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¿Qué es la autodomesticación?

(Copio esta entrada desde el genial blog Nutcrackerman)

Los procesos heterocrónicos actúan sobre el tiempo y el ritmo de la transformación de la forma y tamaño de los individuos de una especie, en relación con los de otra especie, de manera que el desarrollo se amplía o recorta y su ritmo se ralentiza o acelera. Por ejemplo, los perros actuales son más pequeños que sus antepasados los lobos, tienen la cabeza más redonda, un morro corto en los subadultos y un comportamiento dócil.

Los bonobos (Pan paniscus) son muy diferentes a los chimpancés comunes (Pan troglodytes). Éstos son muy agresivos, capaces de matar a otros semejantes e incluso a crías, y se organizan en grupos con una jerarquía individual y sexual muy marcada. En cambio, los bonobos son más tolerantes, y en su grupo no tiene tanta importancia la jerarquía, pudiendo compartir con tranquilidad comida, crías y parejas. Pues bien, los bonobos presentan algunas partes de su cuerpo con proporciones de un chimpancé común subadulto.

¿Por qué sucede esto? Según la hipótesis de la autodomesticación, el proceso evolutivo ha favorecido la retención de rasgos juveniles y recortado el desarrollo de estructuras morfológicas que pueden estar asociadas a un comportamiento agresivo, sobre todo en la cara, como el tamaño de los colmillos o el abultamiento de la región supraorbital. Esto promovería el comportamiento colaborativo de grupo y la socialización (Bruner, E. La evolución del cerebro humano. EMSE EDAPP, 2018).

Salient craniofacial differences between AMH and Neanderthals (top) and between dogs and wolves (bottom). Credit: Theofanopoulou, C. et al. Self-domestication in Homo sapiens: insights from comparative genomics. PLOS ONE, 2017

Trasladar esto a Homo sapiens supone asociar a la autodomesticación rasgos exclusivos de nuestra especie, como el cráneo esférico, la cara corta, la pérdida del vello corporal o la explosión de la creatividad y la innovación tecnológica. Sin embargo, estos rasgos han evolucionado en mosaico: el cráneo esférico sí está muy asociado a la morfología sapiens desde hace unos 200.000 años, pero el acortamiento de la cara y otros rasgos se anticipan ya en especies como Homo ergaster y Homo antecessor hace un millón de años, la pérdida del vello corporal probablemente estaría vinculada con el desarrollo de un cuerpo completamente moderno en Homo ergaster, y la explosión creativa comienza hace entre 100.000 y 60.000 años.

Por otra parte, si nos detenemos en la cara, nuestra especie se caracteriza por la neotenia, es decir, la conservación de rasgos juveniles en adultos en comparación con la especie antepasada u otras emparentadas. La cara de un Homo sapiens adulto es sorprendentemente parecida a la de un Homo neanderthalensis infantil.

Se piensa que este proceso se ha acelerado desde el Neolítico. Existe una correlación entre el desarrollo de sociedades humanas de mayor tamaño y la pérdida de masa muscular y la reducción del tamaño corporal. El desarrollo social ha mantenido reducida la agresividad en nuestra especie, aunque muchos opinen distinto… Aunque tampoco podemos asociar esto a la explosión creativa y la curiosidad que nos empujó a colonizar el mundo, dado que éstas ocurrieron mucho antes. Tampoco podemos descartar que la reducción de nuestro cuerpo esté asociada a otro tipo de adaptaciones, como una respuesta evolutiva a la reconfiguración hormonal consecuencia de la transformación de la actividad física humana. En todo caso, varios estudios recientes apoyan la hipótesis de la autodomesticación:

  • Los fósiles nos dan información, como la reducción de la capacidad craneal de los humanos modernos desde hace entre 10.000-20.000 años, como promedio un 10% en los hombres y un 17% en las mujeres (Henneberg, M. Decrease of human skull size in the Holocene, Human Biology, 1988). A este proceso podría también estar influyendo una reconfiguración cerebral para optimizar la elevada demanda energética de este órgano.
  • Pero también la genómica nos aporta una información importante. Comparando los genomas de los humanos modernos con los de especies animales domesticadas, se ha observado entre ellos similares caracteres fenotípicos que están regulados por un mismo conjunto de genes, relacionados con la función cerebral, el comportamiento, la anatomía y la dieta, y que están asociados con aspectos de la domesticación tales como la docilidad o la gracilidad de rasgos fisionómicos. Y este solape genético es distinto respecto a lo observado en otros genomas humanos como los neandertales o los denisovanos. Es decir, presentamos caracteres fenotípicos gráciles y juveniles en comparación con los de los neandertales, igual que los de otras especies domésticas comparadas con sus tipos salvajes: perros con lobos, bueyes con bisontes (Theofanopoulou, C. et al. Self-domestication in Homo sapiens: insights from comparative genomics. PLOS ONE, 2017).

Una última hipótesis muy interesante para explorar, es la relación entre los primeros procesos de autodomesticación y los orígenes del lenguaje humano, planteada a partir de determinados comportamientos comunicativos observados en experimentos con perros y lobos, y otras especies animales (Thomas J. and Kirby S. Self domestication and the evolution of language. Biology & Philosophy, 2018).

Cráneos Teshik-Tash neandertal infantil y humano moderno adulto

Cráneos de Teshik-Tash (neandertal infantil de 7-9 años de edad) y humano moderno adulto. Crédito: Roberto Sáez

Más: Primera demostración genética de la autodomesticación genética (pincha sobre la foto):

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