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El ADN de 13 individuos encontrados en dos cuevas de Siberia confirma que hace unos 54.000 años los neandertales vivían en grupos muy pequeños y lastrados por la endogamia

Representación del padre e hija neandertales hallados en la cueva de Chagyrskaya, en Rusia.
Representación del padre e hija neandertales hallados en la cueva de Chagyrskaya, en Rusia.TOM BJORKLUND

Publicación de Materia

Un equipo de científicos europeos acaba de obtener el retrato de una familia humana más antiguo que se conoce. No se trata de una foto como la que puede encontrarse en cualquier casa, sino un perfil genético extraído de los huesos de 13 individuos hallados en dos cuevas de Siberia. El ADN recuperado de estos fósiles no deja lugar a dudas: dos de ellos eran un padre y su hija adolescente. Al menos otros dos eran sus parientes, un niño pequeño y una mujer adulta que pudieron ser el primo y la abuela. Todos eran neandertales, la especie humana más emparentada con la nuestra que se extinguió misteriosamente hace unos 40.000 años. Es la primera vez que se localiza una familia neandertal y sus perfiles genéticos confirman datos claves para entender por qué desaparecieron para siempre.

Los restos humanos proceden de Chagyrskaya y Okladnikov, dos cuevas del sur de Siberia, en Rusia, donde vivieron los neandertales hace unos 54.000 años. Las herramientas de piedra y los restos de huesos de animales muestran que eran nómadas que vivían persiguiendo a sus presas habituales: bisontes, caballos y cabras montesas. En aquella época, este territorio era una frontera. Al oeste vivían los neandertales europeos y a menos de 100 kilómetros estaban los denisovanos, los neandertales asiáticos. El estudio de ADN extraído de fósiles en estudios anteriores ha desvelado que estas dos especies y los Homo sapiens se encontraron y tuvieron hijos híbridos. Es un misterio por qué solo quedamos nosotros.

Un equipo de científicos liderado por Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Biología Evolutiva (Alemania) y premio Nobel de Medicina de este año, ha podido recuperar buena parte del genoma de los 13 neandertales de las dos cuevas siberianas y compararlo con el de otros 18 neandertales descubiertos previamente.

Los resultados, publicados hoy en Nature, referente de la ciencia mundial, muestran que varios de los 11 individuos hallados en Chagyrskaya vivieron al mismo tiempo y en el mismo lugar, un hallazgo insólito en yacimientos de esta antigüedad. Los dos vecinos de Okladnikov, a unos 100 kilómetros al este, no eran parientes directos, pero al menos uno de ellos pudo ser también coetáneo del otro clan. La variabilidad genética de estos restos apunta a que los grupos neandertales eran pequeños, de entre 10 y 20 personas.

El estudio muestra que el genoma mitocondrial que pasa de madres a hijos era mucho más variado que el del cromosoma Y que legan los padres. Esto confirma que en las sociedades neandertales las mujeres dejaban sus familias para ir a vivir a otros sitios y engendrar hijos mientras los hombres se quedaban en su mismo clan. Se trata de una práctica habitual en muchas sociedades de cazadores y recolectores actuales que evita las enfermedades y esterilidad asociada a la endogamia.

Antonio Rosas, paleoantropólogo del CSIC, resalta que esas conclusiones son muy parecidas a las que adelantó su equipo en 2011. En este caso analizaron solo el genoma mitocondrial de seis adultos, tres adolescentes, dos niños y un bebé neandertales que murieron devorados por otros homínidos de su especie y cuyos restos se hallaron en la cueva asturiana de El Sidrón. El ADN mostraba que estaban emparentados por vía materna, pero el grado de resolución impedía decir cuánto. Sí que mostraba que se trataba de grupos pequeños y muy aislados en los que las hembras eran las que abandonaban su clan de origen. “Esta es una práctica muy común entre muchos grupos de Homo sapiens y también en otros primates para mantener la variabilidad genética”, detalla Rosas.

La cueva de Chagyrskaya, en Siberia (Rusia).
La cueva de Chagyrskaya, en Siberia (Rusia).BENCE VIOLA

A pesar de esta estrategia, la familia neandertal de Chagyrskaya ya parecía condenada a desaparecer en unas generaciones. Los investigadores han estudiado la variabilidad genética entre todos los individuos y el nivel de secuencias idénticas es tan elevado como entre los gorilas de montaña actuales, una de las especies más amenazadas del planeta.

Los resultados también indican que estos neandertales eran del linaje que dominaba en Europa occidental y que no tenían rastro de haberse cruzado con sus vecinos asiáticos denisovanos, a pesar de vivir a apenas a 100 kilómetros de distancia. Estos datos apoyan que el aislamiento y la consanguinidad contribuyeron a la extinción de estos homínidos.

La gran pregunta es si los Homo sapiens de aquella época eran distintos que sus primos neandertales, tanto genética como socialmente. Es difícil saberlo, pues no hay apenas fósiles sapiens de esta época y no se ha podido recuperar ADN para obtener un retrato genético familiar. “Es evidente que algo distinto debían tener, tal vez una estrategia diferente para tender lazos entre grupos o que fueran clanes con más miembros”, aventura Carles Lalueza-Fox, genetista del CSIC.

En El Sidrón, Asturias, los resultados de la secuenciación de otros 13 individuos nos muestran las consecuencias morfológicas de la endogamia neandertal (pincha en la siguiente imagen):

Sapiens entrando en Europa

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Cráneo de Neandertal con heridas mortales provocadas por armas

El artículo (podéis leer el original más abajo) nos habla de otro de los factores que pudieron influir en la extinción de los neandertales: su enfrentamiento con nosotros. Encontramos en el registro fósil muestras de muertes violentas. La violencia y la guerra es inherente a nuestra especie, al igual que seguramente en los neandertales. (Perdón, está en inglés)

Aparte de lo que dice el artículo, sabemos que tuvimos contacto con los neandertales en Oriente Próximo hace más de 100.000 años, manteniendo la huella genética. Sin embargo, desaparecimos de la zona para volver hace 60.000 años, de donde procede casi toda nuestra mezcla genética con ellos. ¿Qué ocurrió? ¿Conflictos? Posiblemente. Cuando volvimos mucho tiempo después, fueron los neandertales los que empezaron a retirarse hasta desaparecer.

También parece que nuestros grupos, en aquella segunda salida fuera de África, se compondría por grupos de unos 150 individuos (recuerda, el «número de Dunbar»), pero que llegarían a asociarse en grupos conectados de unos 2000 individuos. Si a esto le sumamos el desarrollo de nuevas armas y un lenguaje más desarrollado… seguramente esta guerra por el territorio fuera una de las claves de la extinción de este fascinante humano, el Neandertal. Sumemos la endogamia y alguna enfermedad y el cóctel es mortal para ellos.

Los últimos Neandertales
Homo sapiens en Europa

Merece la pena ser leído:

Neanderthals And Humans Were at War For Over 100,000 Years, Evidence Shows

NICHOLAS R. LONGRICH, THE CONVERSATION3 NOVEMBER 2020

Around 600,000 years ago, humanity split in two. One group stayed in Africa, evolving into us. The other struck out overland, into Asia, then Europe, becoming Homo neanderthalensis – the Neanderthals. They weren’t our ancestors, but a sister species, evolving in parallel.

Neanderthals fascinate us because of what they tell us about ourselves – who we were, and who we might have become. It’s tempting to see them in idyllic terms, living peacefully with nature and each other, like Adam and Eve in the Garden.

If so, maybe humanity’s ills – especially our territoriality, violence, wars – aren’t innate, but modern inventions.

Biology and palaeontology paint a darker picture. Far from peaceful, Neanderthals were likely skilled fighters and dangerous warriors, rivalled only by modern humans.

Top predators

Predatory land mammals are territorial, especially pack-hunters. Like lions, wolves and Homo sapiens, Neanderthals were cooperative big-game hunters. These predators, sitting atop the food chain, have few predators of their own, so overpopulation drives conflict over hunting grounds. Neanderthals faced the same problem; if other species didn’t control their numbers, conflict would have.

This territoriality has deep roots in humans. Territorial conflicts are also intense in our closest relativeschimpanzees. Male chimps routinely gang up to attack and kill males from rival bands, a behaviour strikingly like human warfare.

This implies that cooperative aggression evolved in the common ancestor of chimps and ourselves, 7 million years ago. If so, Neanderthals will have inherited these same tendencies towards cooperative aggression.

All too human

Warfare is an intrinsic part of being human. War isn’t a modern invention, but an ancient, fundamental part of our humanity. Historically, all peoples warred. Our oldest writings are filled with war stories. Archaeology reveals ancient fortresses and battles, and sites of prehistoric massacres going back millennia.

To war is human – and Neanderthals were very like us. We’re remarkably similar in our skull and skeletal anatomy, and share 99.7 percent of our DNA.

Behaviourally, Neanderthals were astonishingly like us. They made fireburied their dead, fashioned jewellery from seashells and animal teethmade artwork and stone shrines. If Neanderthals shared so many of our creative instincts, they probably shared many of our destructive instincts, too.

Violent lives

The archaeological record confirms Neanderthal lives were anything but peaceful.

Neanderthalensis were skilled big game huntersusing spears to take down deer, ibex, elk, bison, even rhinos and mammoths. It defies belief to think they would have hesitated to use these weapons if their families and lands were threatened. Archaeology suggests such conflicts were commonplace.

Prehistoric warfare leaves telltale signs. A club to the head is an efficient way to kill – clubs are fast, powerful, precise weapons – so prehistoric Homo sapiens frequently show trauma to the skull. So too do Neanderthals.

Another sign of warfare is the parry fracture, a break to the lower arm caused by warding off blows. Neanderthals also show a lot of broken arms. At least one Neanderthal, from Shanidar Cave in Iraq, was impaled by a spear to the chest.

Trauma was especially common in young Neanderthal males, as were deaths. Some injuries could have been sustained in hunting, but the patterns match those predicted for a people engaged in intertribal warfare- small-scale but intense, prolonged conflict, wars dominated by guerrilla-style raids and ambushes, with rarer battles.

The Neanderthal resistance

War leaves a subtler mark in the form of territorial boundaries. The best evidence that Neanderthals not only fought but excelled at war, is that they met us and weren’t immediately overrun. Instead, for around 100,000 years, Neanderthals resisted modern human expansion.

file 20201024 23 10ckr5sThe out-of-Africa offensive. (Nicholas R. Longrich)

Why else would we take so long to leave Africa? Not because the environment was hostile but because Neanderthals were already thriving in Europe and Asia.

It’s exceedingly unlikely that modern humans met the Neanderthals and decided to just live and let live. If nothing else, population growth inevitably forces humans to acquire more land, to ensure sufficient territory to hunt and forage food for their children.

But an aggressive military strategy is also good evolutionary strategy.

Instead, for thousands of years, we must have tested their fighters, and for thousands of years, we kept losing. In weapons, tactics, strategy, we were fairly evenly matched.

Neanderthals probably had tactical and strategic advantages. They’d occupied the Middle East for millennia, doubtless gaining intimate knowledge of the terrain, the seasons, how to live off the native plants and animals.

In battle, their massive, muscular builds must have made them devastating fighters in close-quarters combat. Their huge eyes likely gave Neanderthals superior low-light vision, letting them manoeuvre in the dark for ambushes and dawn raids.

Sapiens victorious

Finally, the stalemate broke, and the tide shifted. We don’t know why. It’s possible the invention of superior ranged weapons – bowsspear-throwersthrowing clubs – let lightly-built Homo sapiens harass the stocky Neanderthals from a distance using hit-and-run tactics.

Or perhaps better hunting and gathering techniques let sapiens feed bigger tribes, creating numerical superiority in battle.

Even after primitive Homo sapiens broke out of Africa 200,000 years ago, it took over 150,000 years to conquer Neanderthal lands. In Israel and Greece, archaic Homo sapiens took ground only to fall back against Neanderthal counteroffensives, before a final offensive by modern Homo sapiens, starting 125,000 years ago, eliminated them.

This wasn’t a blitzkrieg, as one would expect if Neanderthals were either pacifists or inferior warriors, but a long war of attrition. Ultimately, we won. But this wasn’t because they were less inclined to fight. In the end, we likely just became better at war than they were.

Nicholas R. Longrich, Senior Lecturer in Evolutionary Biology and Paleontology, University of Bath.

This article is republished from The Conversation under a Creative Commons license. Read the original article.

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¿Qué es la autodomesticación?

(Copio esta entrada desde el genial blog Nutcrackerman)

Los procesos heterocrónicos actúan sobre el tiempo y el ritmo de la transformación de la forma y tamaño de los individuos de una especie, en relación con los de otra especie, de manera que el desarrollo se amplía o recorta y su ritmo se ralentiza o acelera. Por ejemplo, los perros actuales son más pequeños que sus antepasados los lobos, tienen la cabeza más redonda, un morro corto en los subadultos y un comportamiento dócil.

Los bonobos (Pan paniscus) son muy diferentes a los chimpancés comunes (Pan troglodytes). Éstos son muy agresivos, capaces de matar a otros semejantes e incluso a crías, y se organizan en grupos con una jerarquía individual y sexual muy marcada. En cambio, los bonobos son más tolerantes, y en su grupo no tiene tanta importancia la jerarquía, pudiendo compartir con tranquilidad comida, crías y parejas. Pues bien, los bonobos presentan algunas partes de su cuerpo con proporciones de un chimpancé común subadulto.

¿Por qué sucede esto? Según la hipótesis de la autodomesticación, el proceso evolutivo ha favorecido la retención de rasgos juveniles y recortado el desarrollo de estructuras morfológicas que pueden estar asociadas a un comportamiento agresivo, sobre todo en la cara, como el tamaño de los colmillos o el abultamiento de la región supraorbital. Esto promovería el comportamiento colaborativo de grupo y la socialización (Bruner, E. La evolución del cerebro humano. EMSE EDAPP, 2018).

Salient craniofacial differences between AMH and Neanderthals (top) and between dogs and wolves (bottom). Credit: Theofanopoulou, C. et al. Self-domestication in Homo sapiens: insights from comparative genomics. PLOS ONE, 2017

Trasladar esto a Homo sapiens supone asociar a la autodomesticación rasgos exclusivos de nuestra especie, como el cráneo esférico, la cara corta, la pérdida del vello corporal o la explosión de la creatividad y la innovación tecnológica. Sin embargo, estos rasgos han evolucionado en mosaico: el cráneo esférico sí está muy asociado a la morfología sapiens desde hace unos 200.000 años, pero el acortamiento de la cara y otros rasgos se anticipan ya en especies como Homo ergaster y Homo antecessor hace un millón de años, la pérdida del vello corporal probablemente estaría vinculada con el desarrollo de un cuerpo completamente moderno en Homo ergaster, y la explosión creativa comienza hace entre 100.000 y 60.000 años.

Por otra parte, si nos detenemos en la cara, nuestra especie se caracteriza por la neotenia, es decir, la conservación de rasgos juveniles en adultos en comparación con la especie antepasada u otras emparentadas. La cara de un Homo sapiens adulto es sorprendentemente parecida a la de un Homo neanderthalensis infantil.

Se piensa que este proceso se ha acelerado desde el Neolítico. Existe una correlación entre el desarrollo de sociedades humanas de mayor tamaño y la pérdida de masa muscular y la reducción del tamaño corporal. El desarrollo social ha mantenido reducida la agresividad en nuestra especie, aunque muchos opinen distinto… Aunque tampoco podemos asociar esto a la explosión creativa y la curiosidad que nos empujó a colonizar el mundo, dado que éstas ocurrieron mucho antes. Tampoco podemos descartar que la reducción de nuestro cuerpo esté asociada a otro tipo de adaptaciones, como una respuesta evolutiva a la reconfiguración hormonal consecuencia de la transformación de la actividad física humana. En todo caso, varios estudios recientes apoyan la hipótesis de la autodomesticación:

  • Los fósiles nos dan información, como la reducción de la capacidad craneal de los humanos modernos desde hace entre 10.000-20.000 años, como promedio un 10% en los hombres y un 17% en las mujeres (Henneberg, M. Decrease of human skull size in the Holocene, Human Biology, 1988). A este proceso podría también estar influyendo una reconfiguración cerebral para optimizar la elevada demanda energética de este órgano.
  • Pero también la genómica nos aporta una información importante. Comparando los genomas de los humanos modernos con los de especies animales domesticadas, se ha observado entre ellos similares caracteres fenotípicos que están regulados por un mismo conjunto de genes, relacionados con la función cerebral, el comportamiento, la anatomía y la dieta, y que están asociados con aspectos de la domesticación tales como la docilidad o la gracilidad de rasgos fisionómicos. Y este solape genético es distinto respecto a lo observado en otros genomas humanos como los neandertales o los denisovanos. Es decir, presentamos caracteres fenotípicos gráciles y juveniles en comparación con los de los neandertales, igual que los de otras especies domésticas comparadas con sus tipos salvajes: perros con lobos, bueyes con bisontes (Theofanopoulou, C. et al. Self-domestication in Homo sapiens: insights from comparative genomics. PLOS ONE, 2017).

Una última hipótesis muy interesante para explorar, es la relación entre los primeros procesos de autodomesticación y los orígenes del lenguaje humano, planteada a partir de determinados comportamientos comunicativos observados en experimentos con perros y lobos, y otras especies animales (Thomas J. and Kirby S. Self domestication and the evolution of language. Biology & Philosophy, 2018).

Cráneos Teshik-Tash neandertal infantil y humano moderno adulto

Cráneos de Teshik-Tash (neandertal infantil de 7-9 años de edad) y humano moderno adulto. Crédito: Roberto Sáez

Más: Primera demostración genética de la autodomesticación genética (pincha sobre la foto):

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Según vamos descubriendo, sobre todo gracias a la mejora en el estudio de los diferentes genomas fósiles y actuales, el panorama evolutivo se va complicando… pero es absolutamente alucinante. De cuatro especies, sólo quedamos nosotros, pero nos hemos llevado una parte de los demás con nosotros, aunque no todos… Mejor, lee:

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Pincha sobre la imagen

Y, acerca sólo de los europeos, este mes se ha publicado un estudio donde se ve que venimos de tres grupos diferentes:

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Lo dicho, fascinante.

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Aquí están los episodios de la buena serie de la BBC Walking with cavemen. Para ver cada episodio, pincha en la foto que aparezca:

Cap. 1: Australopithecus:

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Cap. 2: Paranthropus y Homo habilis:

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Cap. 3:  Homo ergaster y Homo erectus:

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Cap. 4: Homo heidelbergensis, Neandertales y Homo sapiens sapiens:

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Pincha en la siguiente para ver el árbol evolutivo completo (o árboles):

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Hace miles de años, el territorio de Indonesia era una extensa plataforma de tierras que conectaban a las gentes de indochina con el paso de Oceanía. El único canal abierto era Nimo, entre Célebes y Bali, hasta el momento en que la tierra empezó a cambiar. Las tierras de Sumatra y Java son de las más sísmicas del mundo, y en su movimiento escondían un volcán que cambiaría el curso de nuestra historia.

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En el norte de Sumatra, hace unos 73.000 ± 4.000 años, el supervolcán de Toba  situado en el centro de la zona septentrional de la isla indonesia de Sumatra, explotó. Pero no fue una erupción cualquiera: se calcula que la erupción del Toba fue cien veces más poderosa que la del Tambora en 1815.

Esta erupción dejó como rastro el actual Lago Toba. La caldera del volcán medía 30 km de ancho por 100 km de largo, lo cual hoy constituye el Lago Toba, es decir, el lago volcánico más grande del mundo, en cuyo centro se encuentra la isla de Samosir. Con 630 km², Samosir es la isla más grande dentro de otra isla, y la 5º isla más grande dentro de un lago. También a su vez contiene dos pequeños lagos, el lago Sidihoni y el lago Aek Natonang.

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Se han encontrado restos de esta explosión hasta en lugares remotos como India (a una distancia de 3000 km). Se ha estimado un índice de explosividad volcánica de 8, lo que la convierte en el ejemplo más reciente de una erupción supervolcánica, y probablemente en la erupción más poderosa ocurrida en los últimos dos millones de años. La cantidad total de material erupcionado se estima en unos 2.800 km³, de los cuales 2.000 km³ correspondían a ignimbritas que fluyeron sobre la superficie, mientras 800 km³ corresponden a cenizas que cayeron en su mayor parte hacia el oeste, debido a la dirección de los vientos.

Una explosión de este tipo podría haber durado unas dos semanas. Muy pocas plantas y animales de Indonesia pudieron sobrevivir a la erupción, la cual podría haber causado una extinción masiva casi completa a escala planetaria.

Según científicos, la erupción provocó una caída media de las temperaturas de unos 3 a 3,5 °C, con un invierno volcánico global que pudo durar entre 6 y 7 años. En las regiones templadas, se produjo una disminución de las temperaturas globales de 15 °C, lo que produjo cuellos de botella de población en varias especies homo existentes en la época, incluyendo la nuestra, e incluso llevando a la extinción a muchas de ellas.

(En biología se dice que una población o especie ha sufrido una situación de cuello de botella cuando ha experimentado un drástico descenso en el número de miembros en algún momento del pasado, llegando en algunos casos a estar al borde de la extinción. Como consecuencia, los ejemplares de las generaciones posteriores al cuello de botella presentan una escasa variabilidad genética y la antigua proporción de alelos en el conjunto de la población ha cambiado considerablemente).

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La explosión del Toba sucedió cuando nuestra especie estaba en la mitad de su desarrollo y allí mismo estuvo a punto de extinguirse, ya que la hambruna afectó a más del 75 por ciento de las especies, incluida la humana: se estima que por ese entonces la población de seres humanos disminuyó a tan sólo unos pocos miles. El Homo sapiens sufrió una gran contracción de su número. Fue un cuello de botella brutal.

Las estimaciones de las personas que quedaron vivas es muy difícil; algunos autores, basándose en la diversidad genética de nuestra especie, hablan de que tan solo quedaron entre 40 y 600 hembras reproductoras, lo que sitúa en una población de tan solo 3 000 personas. Otros son más optimistas y estiman entre 500 y 3 000 mujeres en edad reproductora. Y, por fin, los más optimistas piensan en un mínimo de 10 000 mujeres en edad reproductiva. Incluso en la estimación más optimista, toda la humanidad quedó reducida a una cantidad ridícula. Estuvimos a punto de desaparecer y, aunque nadie lo ha demostrado hasta ahora, el cuello de botella coincide muy bien con el «invierno nuclear» que cabría esperar de la erupción del volcán Toba. La explosión produjo mil años de frío, que se conocen por el nombre de «Edad de Hielo Milenaria».

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Esto es explicado en la Teoría de la Catástrofe de Toba, que establece que la erupción habría reducido la población mundial a unas 10.000 o incluso a unas 1.000 parejas reproductoras. Esta teoría establece que cuando el clima y otros factores fueron propicios, los humanos se expandieron nuevamente a partir de África, y que las subsiguientes adaptaciones al medio produjeron los diferentes rasgos y tonalidades en el color de la piel que hoy en día se observan en la población humana, a partir de un reducido colectivo de humanos similar genética y físicamente a los actuales bosquimanos.

En pocas palabras: una erupción volcánica empujó a nuestra especie al borde de la extinción.

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Sonia Muñoz Garrido.

Postdata de Edu:

Si ocurrió hace unos 70.000 años, tuvo afectar al resto de homínidos con los que convivíamos, como el Erectus, el Neandertal y el Floresiensis… ¿qué ocurrió? Pues que el Erectus lo pasó tan mal como nosotros. Excelente entrada, pinchando en la siguiente foto:

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Uno de los momentos o períodos más apasionantes de nuestra historia (más bien prehistoria), fue aquel en el que coincidimos, convivimos y, probablemente, competimos con nuestros primos del género homo: Homo sapiens sapiens, Homo sapiens de Neandertal y Homo erectus. Bueno, y el Homo floresiensis.

Recuerda en cierto modo a ese peliculón de Sergio Leone, El bueno, el feo y el malo, en el que los tres personajes compiten durante toda la peli hasta llegar al genial duelo final, donde sólo puede quedar uno:

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Veamos cómo estaba en el panorama:

20101223elpepisoc_1_Ges_SWFComo vemos, fuimos los últimos en salir de África. Lo que está claro es que con los dos tuvimos contacto (vale, y con el hobbit, como lo llamaron también sus descubridores al H. floresiensis). Con los neanderthales se podría decir que fue una historia de amor, quizá fatal, y con el erectus algo más conflictivo, sobre todo para ellos.

Veamos quién es quién:

Homo floresiensis, el Hobbit:

A la espera de poder encontrar ADN mitocondrial, se cree que es una variación local del H. erectus. Pincha en la foto para más información:

Homo floresiensis, el Hobbit

Homo floresiensis, el Hobbit

Pincha también en las siguientes. Fascinante este homínido de sólo 350 c.c. de capacidad craneal:

Professor_Mike_Morwood_with_a_hobbit_skull_Homo_floresiensis

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Homo erectus:

Un campeón de la adaptación: apareción hará más de 1,2 millones de años y pudo sobrevivir hasta hace unos 40.000 años. Muchos de los restos que hemos encontrado están marcados por herramientas humanas y marcas de dientes… vamos, que nos zampamos unos cuantos, vaya.

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Homo erectus (Pincha en la imagen)

Hablaba (mal), hacía fuego, se vestía, tenía herramientas… un auténtico homo, con 940 c.c. Su altura era muy similar a la nuestra y ahora sabemos también que cocinaba:

Homo-erectus

Pincha en la imagen

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Homo-erectus.

Homo sapiens neanderthalensis:

Nuestro pariente más parecido: inteligente, domina el fuego, se viste, habla, domina las armas, tiene rituales ¿religiosos?, usa adornos, ¿pinta?… muchas de estas cosas se las enseñamos nosotros. Es más, del contacto con nuestra especie, dio un salto cultural. A pesar de su mayor capacidad craneal, jamás tuvo nuestra inteligencia ni nuestro dominio del lenguaje. Desde el 250.000 a.C. hasta el 27.000 a.C.

Miradle, porque el 25% de los europeos llevamos sus genes en nosotros, hubo hibridación:

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Neandertal (Pincha en la imagen)

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Tal y como son recreados en la película En busca del fuego:

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En busca del fuego (Pincha en la imagen y podrás ver la película completa)

Hace unos 45.000 años entramos en contacto con ellos. Casi 20.000 años de convivencia en la que hubo intercambio genético. Aún no sabemos muy bien por qué desaparecieron. Es cierto que no pudieron seguir la explosión cultural que dimos hará 35.000 años aproximadamente, pero había demasiado espacio para todos… Sigue siendo una incógnita.

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Desde hace 150.000 años

Terminando con El bueno, el feo y el malo (porque no me puedo resistir a poner el duelo final), y viendo el resultado final,  podríamos decir que el malo es el Erectus, el feo el Neandertal y Clint Eastwood somos nosotros:

Para ver la foto de familia de todos los bichejos, pincha en la siguiente imagen:

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